Todos los padres hablan de los temibles 2 años, ya que a esta edad comienzan los primeros conflictos con sus hijos. Creemos que el niño tiene la capacidad de razonar adecuadamente, lo que nos lleva a pensar que puede entender nuestras explicaciones y gestionar sus emociones de manera adecuada; sin embargo, esto no es cierto. A esta edad, los niños aún no están preparados para actuar de manera racional, comprender los razonamientos de los adultos o controlar sus emociones.
CREENCIAS SOBRE LAS RABIETAS
- “El niño está malcriado”: las rabietas son un fenómeno universal que ocurre en todas las culturas, por lo que no tienen relación directa con la crianza que recibe el niño.
- “El niño quiere desafiarnos”: las rabietas no son un acto de desafío, sino la forma en que el niño expresa sus emociones.
- “El niño lo hace a propósito para conseguir lo que quiere”: el niño no se enfada porque le dijimos que no, sino porque, tras insistir, se da cuenta de que no logrará obtener lo que desea. Las rabietas son su manera de procesar esta realidad.
- “El niño intenta manipularnos”: el niño está tratando de asimilar que no podrá tener lo que quiere. Aunque es cierto que hay rabietas instrumentales o secundarias, estas son poco comunes. Este tipo de rabietas se generan cuando, en ocasiones anteriores, los adultos han cedido por lástima o culpa, haciendo que el cerebro del niño relacione el enfado o el llanto con obtener lo que desea. En estos casos, las rabietas ya no son una reacción incontrolable, sino una estrategia que utiliza para conseguir su objetivo.
- “Es malo que el niño llore”: emociones como el enfado o la tristeza son naturales y esenciales para el desarrollo emocional y psicológico. El llanto ayuda al niño a expresar lo que siente, entender sus emociones y calmarlas.
- “A los 4 años ya no deberían tener rabietas”: aunque son más comunes entre los 2 y los 4 años, las rabietas pueden empezar antes o continuar después de esta etapa.