La adolescencia, ese periodo de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud, no es fácil, ni para los padres ni para los propios adolescentes. Se trata de una etapa compleja, llena de transformaciones profundas, donde se ponen en juego nuevas formas de pensar, sentir y relacionarse. ¿Por qué resulta tan desafiante? Porque durante esta etapa emergen dos crisis fundamentales que marcarán el desarrollo psicológico y emocional del individuo: la crisis de identidad y la crisis de autoafirmación.
- La crisis de identidad: ¿Quién soy y cuál es mi lugar en el mundo?
Durante la adolescencia, los jóvenes comienzan a hacerse preguntas existenciales y a buscar una identidad propia. Es en este momento donde se plantea la gran cuestión: ¿Quién soy? Esta búsqueda no ocurre en el vacío, sino en medio de intensos cambios físicos, emocionales, sexuales, sociales e intelectuales. La forma en la que se percibían a sí mismos en la infancia ya no les resulta válida, y deben construir una nueva visión de sí mismos.
En esta etapa, el adolescente explora diferentes roles, estilos, valores y creencias. Prueba, se contradice, se redefine. Esta búsqueda de identidad es esencial para consolidar una personalidad auténtica y estable. Si se logra resolver con éxito, el joven desarrolla una identidad clara y un sentido firme de dirección; de lo contrario, puede experimentar confusión, inseguridad y una sensación de no pertenecer.
- La crisis de autoafirmación: el desafío de ser uno mismo
Junto a la necesidad de construir una identidad, aparece otra fuerza poderosa: la autoafirmación. El adolescente necesita experimentar el mundo, tomar decisiones por sí mismo y afirmar su autonomía frente a los demás, especialmente frente a las figuras de autoridad. Esta necesidad de diferenciarse provoca, muchas veces, fricción con padres, maestros y adultos en general.
La autoafirmación se manifiesta en la exploración de nuevas ideas, en la defensa de opiniones propias, en la resistencia a normas impuestas, y en la afirmación del “yo quiero” frente al “tú debes”. Aunque puede parecer un comportamiento desafiante o rebelde, es en realidad un paso natural y necesario para el desarrollo de una personalidad independiente y madura.
¿Cómo acompañar a los adolescentes en estas crisis? Pautas esenciales para padres:
- Negocia. Establece acuerdos en lugar de imponer normas rígidas. La negociación fomenta la responsabilidad y el respeto mutuo. Cuando se sienten escuchados, los adolescentes están más dispuestos a colaborar.
- Expresa el afecto. Aunque muchas veces ellos parezcan rechazar las muestras de afecto, siguen necesitándolas profundamente. No dejes de decirles que los quieres, de dar un abrazo, o de mostrar interés por su mundo.
- Selecciona las batallas. No todo merece un enfrentamiento. Pregúntate si vale la pena entrar en conflicto o si puedes dejar pasar ciertas actitudes menores. Reservar la firmeza para temas importantes ayuda a evitar tensiones innecesarias.
- Supervisa, pero no controles. Es vital estar al tanto de lo que hacen, con quién se relacionan y cómo se sienten, sin invadir su privacidad ni imponer vigilancia constante. La supervisión respetuosa genera confianza.
- Comunícate de forma abierta y empática. Escucha sin juzgar, valida sus emociones, y habla con claridad. La comunicación es la herramienta más poderosa para construir puentes y resolver conflictos.
- Supervisa áreas clave: estudios, salud y relaciones sociales. Estas tres esferas son fundamentales para su bienestar. Acompaña de cerca, mostrando interés y apoyo, pero sin ejercer un control excesivo.